Las herramientas de la IA son ilimitadas para el periodismo. Sin embargo caemos en la gilada de pensar que la gran solución de la IA llega para escribirle artículos a un periodista. En esta columna le mostramos un uso que va más allá de esa “trampa escolar” de que nos hagan la tarea. Esta columna te muestra el lado extraordinario que puede tener la IA si se la usa de la forma correcta.

Es una herramienta extraordinaria para un periodista, si se la sabe usar

En un contexto donde las redacciones enfrentan recortes, urgencias y escasez de recursos, la inteligencia artificial se presenta no solo como una herramienta técnica, sino como un aliado para recuperar el alma del periodismo: contar historias relevantes para la sociedad. La periodista e investigadora Meredith Broussard lo demuestra con un proyecto tan potente como necesario: un sistema experto diseñado para ayudar a periodistas de investigación a detectar oportunidades en asuntos públicos a través del análisis de datos.

La herramienta, llamada Motor de Descubrimiento de Historias, se aplicó a datos del sistema educativo de Filadelfia con una pregunta concreta: ¿tienen los estudiantes suficientes libros para aprender los contenidos que se les exige rendir en exámenes estandarizados? Con más de 200 escuelas y más de 130.000 estudiantes, el volumen de información era inabarcable para una sola persona. Pero no para una inteligencia artificial.

El sistema —una combinación de visualizaciones interactivas, reglas lógicas y base de datos— permitió identificar patrones ocultos en los datos y señalar posibles historias donde existían discrepancias entre la normativa educativa y la realidad en las aulas. Allí donde había carencia de libros, había una posible historia. Y esa historia podía estar vinculada con el bajo rendimiento escolar, la inequidad en el acceso a materiales o incluso el desvío de recursos públicos.

Broussard no propone reemplazar al periodista. Todo lo contrario: su sistema es una invitación a complementarlo, a ofrecerle una especie de mapa de calor de lo que podría ser noticioso, para que luego su intuición, experiencia y creatividad hagan el resto. La IA no piensa como un humano, pero puede ayudar a pensar mejor y más rápido.

El prototipo demuestra que es posible integrar conocimientos formales (leyes, estadísticas, normativas) con saberes informales (experiencia, cultura, intuición) dentro de un software que potencia el trabajo periodístico. El objetivo no es automatizar la noticia, sino potenciar el descubrimiento.

La pregunta que deja este proyecto es tan simple como urgente: ¿estamos los periodistas, los medios y las universidades listos para dar ese paso? ¿O seguiremos navegando a ciegas en un océano de datos, sin una brújula que nos guíe hacia las historias que realmente importan?

En una era donde los algoritmos ya deciden qué vemos, quizás sea hora de que también nos ayuden a decidir qué investigar. Pero siempre con un periodista al mando.


Por altoai

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